Heatherley by Flora Thompson

Heatherley by Flora Thompson

autor:Flora Thompson [Thompson, Flora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1944-01-01T00:00:00+00:00


VIVIR SOLA Y DISFRUTAR

Laura nunca olvidaría el sentimiento de exaltación que experimentó el día que, al concluir su jornada de trabajo, se dirigió por primera vez a su nueva residencia y contempló el parpadeo de las llamas de la chimenea en una de las ventanas del primer piso a sabiendas de que la habitación donde habían encendido ese fuego era la suya, en la que de un momento a otro se encerraría sin temor a que nadie fuera a irrumpir en ella. Después de cenar y haber ordenado algunas de sus pertenencias se sentó plácidamente, bastante más tarde de su hora habitual de ir a la cama, para disfrutar de sus primeros minutos de auténtica libertad en varios meses. Era una salvaje noche del mes de marzo y el viento azotaba la fachada de la casa haciendo temblar los marcos no demasiado bien ajustados de las ventanas, y mientras el fuego estuvo encendido, pequeñas nubes de humo descendían de cuando en cuando por el hueco de la chimenea hasta deshacerse frente a ella. Pero lejos de causarle el menor disgusto, la tormenta consiguió que se sintiera aún mejor, pues en comparación con el mundo exterior su habitación era un pequeño rincón del paraíso.

La casa había sido construida por un especulador inmobiliario con pretensiones de atraer compradores o inquilinos de clase pudiente. Pero su jardín extremadamente pequeño y la proximidad de un bloque de casas pobres le habían impedido por el momento sacar beneficios de su inversión, y entretanto vivían en ella dos familias de clase trabajadora. Una había ocupado las habitaciones de un lado de la casa y la otra las del extremo opuesto, y con una de ellas se había puesto de acuerdo Laura para alquilar su dormitorio en la parte delantera del primer piso. Era un cuarto de tamaño más que respetable con dos ventanas, desde una de las cuales tenía unas bonitas vistas del páramo y más a los lejos se oteaba la larga y ondeante línea azulada de colinas que había contemplado el día de su llegada a Heatherley.

La habitación estaba pobremente amueblada y sus dos o tres deshilachadas alfombras hacían las veces de islas en una vasta extensión de gastado parqué. No obstante, estaba limpia y la baja renta de cuatro chelines a la semana con algunos servicios incluidos era una auténtica ganga. De haber tenido la dueña unos muebles mejores y una familia más pequeña a la que atender sin ayuda de nadie, probablemente le habría resultado más rentable alquilarla a los turistas que pasaban por allí en verano. Pero como en su actual situación tal cosa era impensable —pues ¿qué visitante dispuesto a pagar hubiera tolerado aquellas escaleras sin alfombrar que los chiquillos de dos familias utilizaban como parque de juegos, o sábanas remendadas y comidas preparadas apresuradamente?— al final había sido alquilada a «una joven trabajadora, preferiblemente que pase fuera gran parte del día». Y durante algo más de dos años, esa joven fue Laura.

Sería posible hacer aquí una crónica patética y



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